sábado, 23 de octubre de 2010

De regreso

Asesinato de Pazos fue “crimen de Estado”: Triquis-DF

por Arlen Pimentel (publicado originalmente en Milenio.com)

El representante del Movimiento Unificado de Lucha Triqui en el DF responsabilizó al gobierno de Oaxaca del asesinato de Heriberto Pazos Ortiz, líder de su organización.


Ciudad de México.- Pascual de Jesús González, representante del Movimiento Unificado de Lucha Triqui (MULT) en el DF, calificó como un crimen de estado el asesinato de Heriberto Pazos líder histórico de su organización, ocurrido esta mañana.

El indígena triqui asesinado fue líder del MULT durante 30 años al frente de 900 comunidades y mil 500 comités de lucha, dijo González en entrevista.

Al frente de alrededor de 50 indígenas triquis, apostados brevemente frente a las instalaciones de Milenio en la ciudad de México alrededor de las 16:00 horas, el representante aseguró que el asesinato de Pazos se debe a que el Estado siempre ha considerado al MULT como un peligro.

Dijo que continuarán manifestándose en la capital del país y en Oaxaca como protesta y en demanda del esclarecimiento del crimen.

Señaló que el día de hoy a las 11:00 horas en la colonia Cinco Señores de la ciudad de Oaxaca, dos personas a bordo de una moto dispararon contra Pazos, lo que le ocasionó la muerte, misma información que la Secretaría de Seguridad Pública estatal confirmó.

El asesinato de Heriberto Pazos se da un día después del asesinato de Catarino Torres, también indígena oaxaqueño y líder del Comité de Defensa Ciudadana (Codeci).

Cabe señalar que ambas organizaciones, tanto el MULT como el Codeci, pertenecieron a la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, movimiento iniciado en 2006 cuya exigencia principal fue la destitución de Ulises Ruiz, gobernador del estado.

Ruiz es señalado por la Codeci como el principal responsable del asesinato de Catarino Torres.

Arlen Pimentel /Milenio.com

Asesinato de Pazos fue “crimen de Estado”: Triquis-DF Link a Milenio.com

miércoles, 30 de junio de 2010

¿Quiero ir al antro?

por Arlen Pimentel



Vídeo sobre los creadores de los sketches de comedia Quiero ir al antro-con dos millones de visitas en Youtube-, Acapulco Dreamers y del corto sobre el problema de migración Free Jolito.

Con un enfoque social, diferente y crítico. Chequen.

miércoles, 28 de abril de 2010

Siguen ahí

por Arlen Pimentel

Foto: Arlen Pimentel















Trabajaron cinco, 10, 15, 20 años. Algunos sólo cuatro meses. En estos días su principal ocupación es lidiar con los intensos rayos de sol que cubren por completo el Zócalo capitalino a mediodía. Cubiertas de plástico, mantas, carpas y baños móviles ayudan a sobrellevar el paro forzoso.

Llegaron a las 12 del día el domingo 25 y desde entonces ocupan una cuarta parte de la plaza. Algunos platican en círculos, hacen guardia en la carpa principal, arman nuevas carpas, otros más juegan dominó; la mayoría sencillamente están sentados, horas y horas, con el frío, bajo el sol, bajo una larga espera.

Tras el campamento -dentro del mismo Zócalo- asoma una enorme construcción, un museo temporal que ahora nadie visita, porque ya lo están quitando. Las altas estructuras metálicas resaltan entre las casas improvisadas de plástico y cartón. Una docena de trabajadores y un guardia de seguridad pueblan la construcción temporal.

La bandera de México queda a la mitad, como si fuera una línea divisoria. De un lado el museo en deconstrucción, del otro lado el SME en su lucha. Las mantas revelan las identidades: Grupo de Secretarias, Líneas Aéreas, Agencia Tulyehualco, Manto eléctrico, Medidores prueba.


Foto: Arlen Pimentel

Es la segunda vez que están aquí. La primera fue poco después del fatídico anuncio: la desaparición de su fuente de trabajo, de Luz y Fuerza del Centro. En estos siete meses han hecho casi de todo: marchas, plantones, cierres de carreteras, asambleas, mítines. Regresan porque les faltó algo: la huelga de hambre.

Junto a la salida del metro está la carpa grande, blanca, cuadrada, de 10 por 10 metros. En ella 30 electricistas mantienen por voluntad propia sus estómagos vacíos. Igual número de catres soportan sus cuerpos todavía fuertes. Escuchan a una psicóloga, quien les ayuda a no perder la moral.

- Aquí existe una hermandad –dice Emanuel Muñoz, de la comisión de apoyo-, nunca dejamos solo a un compañero, siempre está rodeado.

Es uno de los smeítas que resguardan el espacio de los huelguistas. Después de tres años en la lista logró entrar a la empresa, pero sólo trabajó cuatro meses porque liquidaron la empresa.

Foto: Arlen Pimentel

Hay muchos trabajadores en el plantón; pero el ambiente es muy tranquilo. No hay algarabía pero tampoco hay depresión. Es como un estado de insomnio. Es como un atolladero, ni para atrás ni para adelante, un reflejo del conflicto. La diferencia es que ahora hay vidas en riesgo.

Empezaron con 10 voluntarios y cada día a partir de las 10 de la mañana –previa conferencia de prensa- aumentan otros 10. Nadie levanta la huelga de hambre “hasta que el gobierno solucione y restablezca el estado de derecho”, dice Emanuel.

De pronto la gente despabila. Chiflidos, gritos, miradas de odio. Es porque una camioneta de la policía federal pasa frente al campamento. Los uniformados parados sobre la cajuela, con las armas en alto, evitan las miradas.

- ¡Pinches putos! – gritan los ex trabajadores- ¡No tienen güevos!

La rabia le da vida a la gente. Por un megáfono una señora grita consignas contra Calderón. La inconformidad con el mandatario es evidente. En una de las pequeñas carpas cuelga una fotografía de él con un bigote estilo Hitler y una suástica en lugar de la banda tricolor.


foto: Arlen Pimentel

En otra instalación hay cartulinas con leyendas que rezan: “Aquí no es asilo para liquidados”. En otras “¡Fuera Calderón!” junto con el llamado a una consulta nacional para el 22 y 23 de mayo para decidir si el ejecutivo se va o se queda.
También están presentes los puestos ambulantes, pero de los mismos electricistas. Paletas de tres y cinco pesos, aguas a seis y cocas en lata a siete 50. De algo hay que sobrevivir.

Los electricistas siguen ahí, en su lucha. Buscan nuevas formas para presionar y recuperar su trabajo. 17 mil siguen en pie, según el Sindicato. Los que no se liquidaron, los que siguen necios, o cómo dice Emanuel: “los que nos subimos a un tren, del que no nos vamos a bajar hasta que llegue a la estación”.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Francisco no acepta derrota




por Arlen Pimentel

Sobrevivir seis meses con un salario mínimo diario no asombra en estos tiempos, la mitad de los mexicanos lo hace. Estar en edad escolar y no ir a la escuela tampoco causa revuelo, la mitad de los niños y jóvenes del país no lo hacen. Pero vivir por medio año de “chambitas” y la solidaridad de la gente e intentar sostener los estudios de los hijos es tarea aún más difícil.

Es el caso de Francisco Carrillo Ángel ex trabajador de Luz y Fuerza del Centro, desde octubre está en plantón junto con otros seis compañeros en instalaciones de la empresa sobre Avenida Juárez. Tiene una hija en primero de secundaria: “Espero en Dios que esto se arregle, su mama y yo le estamos echando ganas para que siga yendo a la escuela”.

Se llama Sandra y tiene 14 años, es la menor de tres hijos, la única que sigue estudiando. Sus padres tienen que gastar hasta 75 pesos diarios para que ella pueda continuar sus estudios: “Es porque subieron los pasajes, lo de la comida y aparte las cosas que le piden”.

Las cosas eran mejor antes, pero sólo un poco: “Yo era de intendencia. Trabajé 19 años con cuatro meses y ganaba 148 pesos diarios. Ahorita sobrevivimos con el apoyo de los compañeros jubilados, ellos nos echan la mano y nosotros vamos viendo de dónde se puede”.

- ¿Y su hija quiere seguir estudiando?


- No si no es de que quiera, es que tiene que seguir estudiando. Aunque ya ve que aunque se tenga carrera no se asegura nada, los que son profesionistas también andan aquí pidiendo ayuda.


- ¿Y cómo le va a hacer para sostener sus estudios?


- Ahora sí que por ahora con el apoyo del Sindicato. Los que seguimos en la lucha no hemos liquidado. Yo no lo he hecho ni pienso hacerlo, porque la materia de trabajo aún sigue, estamos luchando para que nos regresen el trabajo.

Francisco habla con las manos metidas en la mezclilla de su pantalón. A su lado un puesto improvisado con artículos de venta y una televisión de 27 pulgadas en el que se exhibe todo el día un documental llamado “Y se hizo la luz”, la versión de los ex trabajadores acerca del conflicto entre el Gobierno Federal y el Sindicato Mexicano de Electricistas, SME.

En la mesa, larga, también hay volantes, discos con información, periódicos del SME y un gran bote de cartón, para las monedas.

Al lado de la mesa hay una cocinita improvisada, varios compañeros se echan un taco de huevo y después regresan a sus labores: un “bolero eléctrico”, como una hoja de papel lo indica, que saca brillo a los zapatos, otro que pone nombres y figuritas en botellitas con arroz y otro que vende tortas.

“Ahorita salgo cada día con 50, 60 o 100 pesos –dice Francisco-, varía mucho, pero es nomás para los pasajes. Saliendo de aquí nos repartimos lo que sale y lo del bote, entre siete familias”. Frente a él pasan los transeúntes y de vez en vez compran papitas, agua embotellada, manualidades hechas por las esposas de los plantonistas o simplemente echan unas monedas solidarias al bote.

No ve seguridad en su futuro, pero se siente optimista, un poco a fuerza, como si no quedara de otra que pensar positivo. Tiene otros dos hijos grandes, pero uno está casado y “tiene que ocuparse de su propia familia” y el otro “sí trabaja, pero lo que gana es sólo para él”.

“Yo no sé qué piensa el gobierno –cuenta atribulado- ahora dice que Luz y Fuerza ya no existe, pero es mentira, porque todavía existe la materia de trabajo. Tenemos que regresar, aparte de que por pertenecer a la empresa no nos dan trabajo”.

Según el INEGI, las mayores tasas de deserción escolar son del nivel secundario -el mismo donde está Sandra-, las principales razones son económicas, o sus padres no tienen lo suficiente o tienen que entrar a trabajar o las dos al mismo tiempo. Sandra está en ésa línea que divide los dos lados.

- ¿Y no ha pensado en conseguir otro trabajo? – se le pregunta a Francisco-.


- No te lo dan, con decir que perteneciste a Luz y Fuerza ya no te dan trabajo. Me imagino que hasta estamos boletinados… pues es la verdad. Ni siquiera CFE está contratando, eso es lo que dice la televisión, pero la realidad nos dice que no es cierto. También en los medios dicen que muchos compañeros se han liquidado, pero tampoco es cierto.

Francisco no acepta derrota. No tiene dinero seguro y su familia, como otras miles de familias smeítas, vive temporalmente a la deriva, pero tiene confianza en que ellos, los ex trabajadores, tienen la razón y por tanto tienen que recuperar su trabajo.

Cuando se le pregunta si tiene algún plan alterno para sostener los gastos del cambio de ciclo escolar de su hija, se queda extrañado, realmente no piensa que su situación va a seguir igual hasta ése entonces.

“Yo espero en Dios que antes de que termine el ciclo escolar se resuelva a nuestro favor la demanda y que por fin nos devuelvan nuestro trabajo”.

sábado, 13 de marzo de 2010

Discriminación contra gays en esferas del poder, no en la población: Horacio Franco

por Arlen Pimentel

La discriminación contra los gays está en las altas esferas del poder y no en la mayoría de la población, afirma el reconocido flautista mexicano Horacio Franco a propósito de la entrada en vigor, el cuatro de marzo, de la nueva ley en el Distrito Federal que aprueba las uniones conyugales entre personas del mismo sexo.

"A la gente ni le va ni le viene, la mayoría siempre tiene un pariente que es gay y los mismos soldados lo saben, los sacerdotes lo saben, los empresarios lo saben, pero lo callan porque quieren que este país siga manipulado por el puñado de familias que gobiernan, que siguen teniendo la más desproporcional injerencia en los asuntos del país".

Horacio sube al escenario instalado en el Hemiciclo a Juárez, suenan aplausos y todos, hipnotizados, escuchan las notas de una breve sonata de Bach fluir de un pequeño instrumento.

"La sociedad va a ser más tolerante cuando haya una educación hacia la sociedad mexicana, una educación masiva informándole a la gente en qué consiste la diversidad sexual, en qué consiste el ser indígena, en qué consiste el ser filósofo, en qué consiste el ser historiador, en qué consiste el ser una gente educada", comenta el músico, con una flauta de pico negra en la mano.

La concurrencia del acto es diversa: hombres, mujeres, madres y padres de familia, niños, diputados, estudiantes, artistas, todos tienen algo en común, vienen a celebrar la ley que "por fin nos hace iguales a todos", comentan desde el micrófono.

"Habrá más igualdad y más respeto para todos y por todos, cuando realmente al gobierno le importemos lo que dice que le importamos. Educar es lo más importante que tiene que pasar en éste país, si no hay educación ni la corrupción ni la desigualdad ni la discriminación ni el maltrato a las mujeres cambiarán; educación es lo que necesita el pueblo y es lo que menos le dan", afirma.

Un personaje singular. Su aspecto conformado por pantalones de mezclilla ajustados, camisa semi abotonada, botas vaqueras, argolla en el lóbulo derecho y delineador negro en los ojos no concuerda con la imagen tradicional de un ejecutante de música clásica.

Sobre la adopción de niños por parejas gays, el concertista se pregunta: "¿Quién es la gente calificada moralmente para decirme a mí que yo no puedo criar un hijo? ¿Que yo no tengo ni la solvencia económica ni la solvencia moral ni la solvencia intelectual para tener un hijo?"

"Ojalá -la ley- se apruebe en otros estados, ojalá que sigamos educando a la gente para que desestereotipen a la comunidad gay, para que no crean que somos gay porque fuimos violados, yo no fui violado jamás, o porque tuvimos algún trauma, es algo que no tiene nada que ver".

"Es una cuestión que estoy seguro que es genética y muchos lo están tratando de probar pero falta, espero que ya saquen las evidencias científicas, para que vean que es una cuestión genética y no aprendida".

"Que no me vengan con cuentos, llámese ultraderecha, llámese Serrano Limón, llámese Bimbo, llámese Coca-Cola, llámese Televisa, el problema de todo esto es la doble moral".


domingo, 7 de marzo de 2010

Para no borrar nuestra historia (Día de la mujer trabajadora)


por Miriam Libertad Djeordjian
Círculo Autónomo Feminista – circuloautonomofeminista@gmail.com

Uno de los grandes triunfos del sistema, ha sido borrar la historia que se teje en el trabajo cotidiano sintetizando, en cambio, épicas de héroes con protagonistas de primer plano, sin contexto, sin historia, sin procesos políticos.

¿Qué hemos escuchado del 8 de marzo?
Para empezar, que es el “día de la mujer”. Muchos llegarán con flores y una tarjeta de felicitación para “ellas”, sin saber siquiera qué se conmemora.

Otros, con un poco más de inquietud, sabrán que en algo tienen que ver las socialistas, una tal Clara Zetkin que lo propuso. Con un poco más de suerte, sabremos que fue en el marco de una Conferencia de Mujeres Socialistas realizada en Copenhague. Se menciona por allí algo de un incendio, en una fábrica llamada Cotton, donde mueren quemadas más de 100 obreras.

Y en casos de silencio intencional, algunas voces institucionales dirán, sin pudor, que lo instituyó Naciones Unidas en 1975, sin hacer ninguna cita previa.

En una tarea de compromiso histórico, varias investigadoras han buscado echar luz sobre ciertos mitos existentes en torno a este día. Entre ellas, Ana Isabel Álvarez González asegura que no fue instituido puntualmente, sino que una sucesión de procesos colectivos fueron creando el sentido de conmemorar la lucha de las mujeres trabajadoras. Y digo trabajadoras porque fue en su genealogía una propuesta clasista, ligada a las reinvindicaciones laborales que en el inicio de siglo XX conformaron el punto de partida de las huelgas obreras.

Primer antecedente: en Febrero de 1908, mujeres socialistas celebran en un teatro de Chicago el Womans Day, reivindicando el “derecho al voto” y manifestándose “contra la esclavitud sexual”.

Para agosto de 1910, y con el antecedente en Masachusset de una huelga textil exclusiva de mujeres, Lena Morrow Lewis y May Wood Simons llevan a la 2° Conferencia Mundial de Mujeres Socialistas realizada en Dinamarca, la propuesta de conmemorar, como en Estados Unidos, un Womens day. Resignificada con un nombre más clasista, se acepta conmemorar un Día Internacional de la Mujer Trabajadora, propuesta que se le atribuye a Clara Zetkin.

Sin un día fijo, mantienen las norteamericanas el último domingo de Febrero, y las europeas fijan un día de marzo. Dos días antes de su primer celebración en 1911, un fatídico incendio en la Triangle Shirtwaist Company, acabó con la vida de 146 obreras que trabajaban encerradas bajo llave para que no se movieran de sus puestos de trabajo, tal cual como hoy sigue haciendo Wall-Mart Stores Incorporated en muchos de sus almacenes durante los turnos de la noche. Este hecho, exaltó los motivos de la lucha sindical determinando que en la celebración de 1911 más de un millón de mujeres trabajadoras se sumaran a las movilizaciones.

Posteriormente, fue el repudio a la primera Guerra Mundial y la solidaridad internacionalista de las mujeres contra todo nacionalismo, mucho más que la lucha por el voto, la convocatoria principal de las celebraciones del día. En Rusia, el gobierno zarista reprime en 1913 la movilización por el Día de las Obreras, deportando a Siberia a sus organizadoras.

Años más tarde, el paro masivo de mujeres en San Petesburgo cambiaría la historia: pedían pan y exigían el regreso de las tropas rusas que llevaban ya 2 millones de muertos. Inició así el 8 de marzo de 1917 (23 de Febrero del calendario juliano) una movilización a la que se unirán trabajadores y estudiantes, determinando 4 días después la abdicación del zar, y dando paso a un gobierno provisional que será finalmente derrocado en octubre con la toma del Palacio de Invierno.

Borrar los procesos sociales, es la mejor forma de negar la historia.

Hace dos años, fue demolida la Casa de la Juventud en Copenhague, la misma que a principio de siglo alojó a sindicatos y organizaciones sociales. Sí. Fue demolido el mismo edificio donde se instituyó un Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Y por esas ironías de la macrocultura patriarcal, es ahora dueña del predio una secta cristiana llamada “La casa del Padre”. Ni Naciones Unidas, ni gobiernos instituyeron el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Como todas las conquistas de las mujeres, este día es fruto de la perseverancia por cambiar el orden dominante, convencidas que, lo que hoy es utopía con la lucha será posible.

Nosotras, desde el Círculo, como cantaron las trabajadoras textiles de Massachussets durante su huelga: “Queremos compartir toda la belleza: ¡Pan y rosas, pan y rosas!”

Miriam Libertad Djeordjian
Círculo Autónomo Feminista

México-Tenochtitlan
del náhuatl metztli que significa luna y xictli que quiere decir ombligo.
Metzxico significa entonces: Lugar del ombligo de la luna.



Fuentes Consultadas

http://www.fire.or.cr/8marzo01.htm
http://www.csun.edu/~ghy7463/mw2.html
http://trianglememorial.org/history.html

jueves, 4 de marzo de 2010

Se encendió una lámpara votiva


















Foto: Fermín Blanco http://revistaobtura.blogspot.com/


por Arlen Pimentel

“En la plaza de las Tres Culturas, orgullo de la nueva ciudad y muestra soberbia de nuestra historia, se ha derramado la sangre. Y es sangre de muchachos y de muchachas, de hombres y mujeres del pueblo.
¿Por qué?”
Carlos Monsiváis, A ustedes les consta.


“Dos mujeres me salvaron la vida”


Cuando Emilio regresó aquella tarde de la colonia Guerrero, después de encaminar a su amiga hacia una fiesta, vio a lo lejos grandes llamas de fuego, gente que corría asustada, militares que corrían de un lado a otro con las armas en la mano y escuchó sonidos de disparos a lo lejos. Era el dos de octubre de 1968.

Emilio quedó en shock, apenas una media hora antes, alrededor de las seis de la tarde, estuvo en el tercer piso del edificio Chihuahua, frente a la plaza de las Tres Culturas, Tlatelolco, en la comisión de seguridad, junto con los oradores del Consejo Nacional de Huelga, CNH.

La plaza estaba repleta de estudiantes, pero también de niños, padres de familia, trabajadores y periodistas nacionales e internacionales, algunos de la talla de Oriana Fallaci. El protagonista de ésta historia, Santiago Emilio Reza Araujo, tenía sólo 20 años de edad en aquel entonces, era estudiante de Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.

“Yo tenía una amiga que se llamaba Sonia, sus papás habían estado en la Guerra Civil Española y habían visto cosas horribles, y aunque no sabían lo que iba a pasar, no querían que ella fuera a la marcha, pero yo la convencí de que fuera un ratito, y ella me dijo ‘bueno Emilio, si voy, pero hasta las seis, porque voy a ir a una fiesta’.

“Nos fuimos a la marcha, y cuando llegamos a la plaza, yo me subí de seguridad, al tercer piso del Chihuahua, y como a eso de las seis de la tarde subió mi amiga por mí, porque quedé de acompañarla una parte del camino.

“Cuando bajamos las escaleras vi hombres vestidos muy formales y algunos con un guante blanco en una mano, que ya después de muchos años me enteré que eran del Batallón Olimpia.

“Mi amiga me insistió tanto que al final la acompañé hasta Guerrero, pero cuando caminé de regreso, pensé que la Plaza se estaba incendiando, porque había unas flamas de fuego enormes, luego caminé más y me di cuenta que era un camión el que estaba en llamas.

“También vi a militares que subieron a los camiones de pasajeros, aventaron gasolina y luego les prendieron fuego, pero luego en los medios dijeron que eso lo habían hecho los estudiantes. Yo seguí corriendo en dirección a Tlatelolco, pero cuando llegué a las inmediaciones, por la avenida Ricardo Flores Magón, la plaza estaba rodeada de puros granaderos, policías y militares y no se podía entrar.

“Vi el edificio Chihuahua de perfil y las trayectorias de los balazos, como delgadas líneas de fuego, después supe eran balas trazadoras, que fueron utilizadas para señalar hacia donde debían apuntar fuego.

“Empecé a buscar por donde entrar, le di la vuelta a la manzana, me metí por callecitas y en una de esas, cuando estaba a punto de entrar, salió corriendo un estudiante y detrás de él iba un policía de tránsito, con su uniforme café, que le iba apuntando con una pistola.

“Cuando el policía me vio, dejó de perseguir al otro, se me puso de frente y me apuntó con el arma. En ese momento pensé que iba a morir. De pronto salió una viejita que iba con sus bolsas del mandado, una en cada mano, y cuando vio lo que sucedía, tiro sus bolsas al suelo, se puso de rodillas y lloró y rogó.

“El oficial, contrariado, no supo qué hacer y sin más se volvió a meter a la plaza. Yo no pude entrar y me quedé hasta las 10 u 11 de la noche, no recuerdo, hasta que los disparos dejaron de oírse y me fui caminando a mi casa. Ese día dos mujeres me salvaron la vida.”

Antes del 68

Emilio Reza tiene una voz muy suave. Habla casi en susurros y en sus cuerdas vocales se aprecia el paso del tiempo. Pero sus ojos color ámbar son jóvenes, no encuadran en su cabeza redonda, en su piel blanca arrugada, bajo sus delgados cabellos cenizos. El color se ha ido de su piel y de su pelo, pero no de sus ojos, expresivos, que recuerdan más que sus palabras.

“El antecedente inmediato que nosotros los que participamos en el 68 reconocemos, el movimiento democrático más importante para la población, no nada más para nosotros, fue el de los ferrocarrileros, el de Demetrio Vallejo y Valentín Campa, que eran miembros del Partido Comunista.”

Sentado en una mesita del Centro de Documentación para América Latina, CEDAL, de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, ANUIES, al sur de la ciudad, el biólogo cuenta su experiencia, desde los marcos de la calle de Tenayuca número 200, a tres cuadras del metro División del Norte.

Rodeado de estantes con cientos de libros sobre educación, dice que para entender el dos de octubre hay que empezar desde el principio: “Antes del 68 hubo marchas encabezadas por el que ahora es senador, Pablo Gómez, que en ese entonces era de la Juventud Comunista.

“Yo también era del brazo juvenil del Partido Comunista, pero primero estuve en un grupo que se llamaba Nuevo Grupo de la Facultad de Ciencias, y este grupo, con mucha discreción, estaba dirigido por miembros de la Juventud Comunista, así que después de un tiempo en el Grupo, los de la Juventud me reclutaron, a principios del 68.

“En ese entonces el Presidente era Gustavo Díaz Ordaz y su secretario de Gobernación era Luis Echeverría, que luego supimos eran los dos de la CIA, ‘Central Intelligence Agency’, por su siglas en inglés, el nombre de Echeverría, su nombre clave para la CIA, era LITEMPO.

“La consigna en ese tiempo era atacar a las universidades, una consigna de la CIA para Latinoamérica era aplicar una política de sabotaje hacia las escuelas públicas, porque son centros de discusión.

“Nosotros sacábamos propaganda en apoyo a la Universidad de Michoacán, había otros movimientos, en Ciudad Juárez en la Escuela Hermanos Escobar, otros en la Universidad Autónoma de Guerrero, UAG, antes del 68. Esas tres universidades fueron importantes, previas al movimiento estudiantil de la UNAM, porque se hacían actividades de información, difusión y protesta.”

Mientras habla, se quita los lentes de montura dorada y los cuelga en el bolsillo de su camisa, resaltan sus rasgos faciales: una nariz grande y afilada, labios delgados en una boca pequeña, cejas cortas y arqueadas, pero muy expresivas.

De vez en cuando saca su pluma de punto fino, prendida en el ojal de la camisa, para hacer anotaciones en su agenda, una libreta forrada de plástico negro. Recuerdos, dudas por resolver, preguntas que no puede contestar.

“Yo entré a la Facultad de Ciencias de la UNAM en 1966. En ese año hubo un movimiento contra el rector Ignacio Chávez, un famosísimo cardiólogo mexicano, fundador del Instituto Nacional de Cardiología.

“Precisamente en esos años, entre el 66 y el 67, se discutía en la UNAM si se estudiaba el marxismo o no. Porque unos decían que era una filosofía o una corriente política, y otros decían ¡ah no! Un anticomunismo feroz ¿verdad?

“Pero el rector dijo una frase así como ‘yo estoy por la verdad’ o ‘yo estoy por la universidad’, que en realidad era una aceptación de que en la universidad se debía estudiar de todo, además del marxismo, todos los aspectos, todas las disciplinas.

“Entonces eso fue como el arranque de los ataques de Díaz Ordaz y el secretario de Gobernación Luis Echeverría. Recuerdo que un estudiante llamado Leopoldo Sánchez Duarte, provocó un movimiento de ataque para el rector Ignacio Chávez, su papá se llamaba Leopoldo Sánchez Celis y era gobernador de Sinaloa.

“Por ese lado vinieron los ataques a ese tan prestigiado rector y muchos se fueron con la finta, se armó una huelga, organizada por ambos lados, los estudiantes democráticos y los que estaban con el PRI. El rector era muy estricto y algunos compañeros decían que de manera legítima había que sacarlo, pero los otros no, los otros querían confrontarlo.

“Ya desde 1964 habían empezado hostigamientos contra ese rector. Llegaban a los salones de clase, luego supimos que eran fascistas y porros, abrían las puertas y echaban botes de amoniaco. Hacían sabotaje contra Chávez, hasta que lo hicieron renunciar. Las acciones de presión superaron las prepas y toda la UNAM se paralizó, hasta que sacaron al rector.”

Emilio Reza se queda callado a ratos, intenta recordar y poco a poco la memoria se hace más fluida. De vestimenta sencilla, pantalón de mezclilla gris, camiseta del mismo color y camisa azul, su aspecto no delata la suerte de algunos líderes de ese movimiento, diputados o funcionarios gubernamentales en la actualidad.

“Precisamente en el 67 cuando yo entré a Ciencias estaban en elecciones, en ese entonces existía la FUSA, que era el Frente Universitario de Sociedades de Alumnos, existía también el Movimiento de Renovación Orientadora, el MURO, que eran los fascistas, y que hasta el 68 habían ganado la elección en Ciencias.

“El MURO empezó a presionar cada vez más contra rectoría, para ese entonces ya estaba Javier Barros Sierra. Inclusive en la Facultad de Medicina hubo un golpe contra la Sociedad de Alumnos, se metieron a los archivos de la Facultad y los robaron, llegaron a vender su periódico y golpearon estudiantes.

“Su periódico se llamaba ‘PUÑO’ y el subtitulo era ‘golpear con la verdad’, entonces había repudio de los compañeros y por eso el MURO los golpeaba, sabían quiénes éramos de la Juventud Comunista y nos golpeaban, hasta que se rebelaron los alumnos, en Economía y Filosofía hubo enfrentamientos muy fuertes.”

Y llegó el movimiento…


En la pequeña biblioteca de la ANUIES, se mueve de un lado a otro una trabajadora, para facilitar libros y documentos a quien lo solicita. En la mesa de al lado, dos mujeres jóvenes leen sendos libros, en busca quizá de datos para sus tesis. Con la cabeza apoyada sobre las manos entrelazadas, los codos sobre la mesa, el también integrante del Comité 68 habla cada vez más bajo.

“Empezaron las movilizaciones, la del 26 de julio en solidaridad con la Revolución Cubana fue de las más importantes, pocos días después, el 30 de julio, inició la huelga. Al principio sólo eran dos o tres puntos del pliego petitorio:

“La derogación del artículo 145 del Código Penal, el de la disolución social, la destitución de los jefes de la policía Raúl Mendiolea y José Luis Cueto y la libertad de los presos políticos fueron los primeros puntos.

“Pero luego se agregó lo de la desaparición del cuerpo de granaderos, la indemnización de los familiares de muertos y heridos en el conflicto y deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios públicos en los hechos sangrientos.

“El representante de Ciencias ante el CNH era Gilberto Guevara Niebla. Yo formé parte del CNH pero después del dos de octubre, éramos cuatro: dos titulares y dos suplentes. El tres de octubre, después de que regresamos a las escuelas, me eligieron a mí como representante y a Luis Felipe Quezada.

“Lo importante de Luis Quezada es que él entregó el pliego petitorio con los seis puntos del movimiento estudiantil, a lo que se llamaba en ese entonces Secretaría de la Presidencia. Eso fue el 13 de septiembre, al término de la Gran Marcha del Silencio. Antes hubo otra marcha el 27 de agosto.

“El mismo 13 de septiembre, al término de la marcha llegó el ejército al Zócalo y con altavoces nos dijeron que saliéramos de la plaza, que teníamos sólo tres minutos para desalojar. La gente comenzó a salir casi a empujones, y nos subieron a carros y autobuses.

“A mí me subieron a una vagoneta, y cuando quise salir con las manos en alto, para ayudar a una amiga, un soldado me apuntó y me hirió con su bayoneta en la mano derecha.” Al tiempo de decir esto, Emilio muestra la palma de su mano, y en efecto, se ve todavía la cicatriz.

“El 18 de septiembre entró el ejército a CU y me detuvieron, era mi segunda vez y me llevaron otra vez a los sótanos de donde estaba la Policía de Tránsito, por Cuauhtémoc, ahí pase dos días y dos noches, junto con otras 90 personas que también estaban detenidas.

“Las manifestaciones estaban cada vez más grandes y más tensas. Llegó el dos de octubre. En la mañana fuimos a la casa del rector Barros Sierra, para ver lo de las pláticas entre estudiantes y gobierno. Después nos fuimos a la marcha, que salió del casco de Santo Tomás hacia Tlatelolco.

“Algún día una lámpara votiva se levantará en la plaza de las Tres Culturas”
De pie, Emilio Reza se inclina para ver mejor las fotos impresas en una gran libro de pasta dura. Es Lienzo Tlatelolco, un libro de fotografías de Héctor García y testimonios de participantes en el movimiento estudiantil de 1968, una por una las explica, hasta donde recuerda; aparecen los símbolos del movimiento, la L y la D dibujadas en un círculo rojinegro, L de Libertad y D de Democracia.

Fotografías de los estudiantes asesinados, más adelante la de un niño, de apenas 12 años. Otra ilustración: el dibujo de un tanque al centro, arriba la leyenda ‘Este diálogo no lo entendemos’. También dos fotos del momento en que un desconocido se lanza sobre Oriana Fallaci para protegerla de las balas, y el rostro de desesperación de la periodista.

“Al siguiente día del dos de octubre, fui a la Facultad para una asamblea, pero casi nadie llegó. Me contaron que ese día no dejaban pasar a la Plaza porque todavía en la mañana el ejército estaba limpiando la sangre y recogiendo ropa y zapatos.

“El 9 de diciembre terminó la huelga, aunque muchos no regresamos todavía a clases, porque nos negábamos a aceptar que se había terminado.

“Después se organizaron nuevas manifestaciones, nuevas luchas, ahora contra Echeverría como Presidente. Estuve también en la marcha del 10 de junio de 1971, que fue el jueves de corpus… pero ésa es otra historia.”

martes, 2 de marzo de 2010

Para qué escribir

Todo lo que nace tiene que morir.
En el caso humano, no por ello se deja de experimentar una corta o con suerte, larga práctica del vivir.

Este blog pretende hablar sobre ese intermedio llamado vida social y sus conflictos, contados en boca de personajes paradigmáticos, como decía Tomás Eloy Martínez, aquellos que reúnen las características para contar las aristas de una historia.

Estoy en desacuerdo con la idea de la “objetividad” y la “imparcialidad” en el periodismo. Creo que cada periodista toma sus propias decisiones, subjetivas. Ello no quiere decir que lo tendencioso, la falta de precisión y de veracidad sean permisibles.

Hay que escribir sobre aquellas cosas que nos hacen seguir en la vida y sobre las que nos la hacen difícil. Sobre la injusticia, sobre la desigualdad, sobre la falta de libertad, sobre la cómoda indiferencia y la conveniente apatía.

“Soy hombre –decía Teresio– y nada humano me es ajeno”.

La vida en un segundo

por Arlen Pimentel


Tenía 13 años. A su corta edad, vendía pan y café todos los días en la zona de Polanco para sobrevivir. Un día, el 8 de octubre pasado para ser exactos, cruzó como siempre en su triciclo Paseo de la Reforma, cuando un automovilista a exceso de velocidad lo atropelló. Murió en ese momento. Se llamaba Rubén.

Después del choque, Daniel Alberto Ramírez, el conductor del auto, en lugar de frenar quiso darse a la fuga, pero en el intento lanzó a Rubén Vázquez Marín por los aires y le provocó la pérdida de una pierna. Fue en el cruce de Julio Verne con Paseo de la Reforma, donde el pequeño perdió la vida.

Aunque poco llamativos, los accidentes de bicicletas y triciclos con vehículos motorizados son frecuentes en una ciudad como el Distrito Federal, con vialidades construidas exclusivamente para estos últimos, pero con un número creciente de ciclistas.

Rubén no fue la única víctima por esas fechas. Durante el mes de octubre, al menos cinco ciclistas más murieron a causa de un accidente de tránsito, según información de la Asociación Civil Bicitekas, dedicada a la promoción del uso de la bicicleta en la ciudad y las condiciones adecuadas para ello.

“Primero el niño panadero, el segundo en Insurgentes: estaba parado en su bici queriendo cruzar la calle, venía un remolque de cemento que pierde el control, se sube a la banqueta y se lo lleva. Ese vehículo no tiene permiso para entrar a esa vía, quien lo vio y lo permitió seguir, tiene responsabilidad en el accidente.

“En la Gustavo A. Madero fue el tercero, iba en su bici y avistó un hoyo gigante, lo intentó esquivar y finalmente lo atropellaron, porque en el momento en que evade el bache, golpeó a una pipa que venía atrás y ésta se lo llevó”, cuenta Ernesto Corona Velázquez, de 27 años, administrador del portal de internet de un banco y miembro activo de Bicitekas.

“Un hombre de Ciudad Nezahualcóyotl que iba a dejar a su niña a la escuela y de regreso lo balearon, fue el cuarto; y el quinto un chico de 17 años que circulaba en la Miguel Hidalgo, cuando una persona en un automóvil BMW a exceso de velocidad se lo llevó y provocó que perdiera la vida”.

De los cinco accidentes, dos fueron por exceso de velocidad, uno por las malas condiciones de la vialidad, otro por la falta de cumplimiento de las reglas de tránsito y otro más por causas sin aclarar. A grandes rasgos, estos ejemplos ponen de relieve la realidad de andar en bicicleta en la “Ciudad de la esperanza”.

En el Distrito Federal, DF, cada año mueren 16 mil personas en accidentes de tránsito debido a los excesos de velocidad, la influencia del alcohol y la pobre aplicación de la normatividad de la seguridad vial, indica el Centro Nacional de Prevención de Accidentes.

La Ciudad ocupa el noveno lugar de la lista de entidades federativas con el índice de mortalidad más alto y el grupo de edad más afectado va de los 15 a los 44 años, según información del Centro, recolectada por la reportera Laura Gómez Flores para el periódico La Jornada del 5 de noviembre de este año.

En este problema, típicamente urbano, tienen parte muchos actores: el Gobierno del Distrito Federal (GDF), encargado de la infraestructura, la atención médica y la seguridad entre otros ramos, los conductores de vehículos motorizados, pero también los peatones y los ciclistas. Es un problema de conciencia ciudadana.

Lo más rápido, lo más seguro

“Cuando sucede un accidente de carro, las ambulancias salen volando y a veces llega el ERUM (Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas), la Cruz Amarilla y la Cruz Roja, y hasta se pelean a los heridos, pero cuando sucede a un ciclista, quién llama, o cómo te ubican, no está claro”, afirma Ismael Velázquez Peña, de 32 años, representante del grupo CICLO-VIdA.

“Ese servicio yo no me confiaría de que exista, yo confiaría más en cuidarme de esas situaciones, si llega a suceder, pedirle ayuda a alguien externo, y para ello recomiendo llevar una tarjeta en la cual se tengan todos los datos necesarios: nombres, teléfonos, tipo de sangre, alergias. Yo no confío en que exista un servicio de auxilio para los ciclistas, en ese aspecto”.

Fue el caso de Lucio. Él compró una bicicleta y fue a recogerla al sur de la Ciudad. De regreso a casa, montado en su transporte, decidió circular en la vía del metrobús por ser rápida y segura, al menos eso pensaba.

Además, en ocasiones anteriores vio cómo otros compañeros ciclistas también circulaban en esa vía, debido a la peligrosidad de los otros carriles, casi exclusivos para automóviles, en una de las vías más transitadas.

Eran las cuatro de la tarde con 45 minutos del 15 de septiembre. En el recorrido, dos metrobuses lo alcanzaron y por medio de señales, lo rebasaron sin problemas. Cuando llegó a la altura de Ciudad Universitaria sobre Insurgentes, otro metrobús lo alcanzó, pero el chófer de ésta unidad, sin aviso, se le emparejó y lo interceptó.

De 31 años, estudiante de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Lucio Martínez Rosas quedó atorado junto con su bicicleta, en una parte de las ventilas donde transita el metrobús.

Al percatarse, el conductor se detuvo, pero momentos después arrancó, provocó la caída del ciclista y al mismo tiempo que la bicicleta se atorara nuevamente.

Lucio fue arrastrado poco más de un metro antes de caer en la vía rápida de la vialidad, lastimarse la rodilla y el codo derechos, golpearse en la cabeza y quedarse sin respiración, casi en estado inconsciente. Tuvo suerte. Una señora interpuso su camioneta para que los autos dejaran de pasar, mientras él se estabilizaba un poco.

Urbe siempre en movimiento, otro metrobús, sin intención de parar, se acercaba al lugar. La samaritana del accidentado tuvo que bajarse de su vehículo e indicar al conductor, a señas, que se detuviera.

Mientras Lucio, lentamente, se levantó como pudo y se subió a la banqueta, donde quedó acostado. La señora continúo su camino y el metrobús también. Eran las cinco de la tarde con 20 minutos.

“Los automóviles cada vez son más y eso permite un cierto choque con los que andamos en bici y circulamos por debajo de la banqueta. Es un poco más difícil, porque es un espacio en el que ellos creen que es exclusivo para autos”. Dice Lucio, recuperado físicamente, seis semanas después de su accidente.

Desde que lo atropellaron, hasta que se levantó como pudo, pasaron 35 minutos. En ese lapso de tiempo no hubo patrulla de policía, ambulancia o policía de tránsito que lo auxiliara. Como si no hubiera pasado nada.

De los 100 mil viajes en bicicleta que se hacen diariamente en el DF, 54 mil son personas que utilizan el medio para trabajar, vendedores y repartidores, principalmente, y 46 mil simplemente para transportarse. Sin embargo, no existe en ninguna de las principales vialidades, una sola señalización que indique la presencia de ciclistas.

Las vialidades normales no son la única opción para los ciclistas. Existen también las ciclopistas ó ciclovías. Según el artículo 29 del Reglamento de Tránsito Metropolitano: “dentro de la zona urbana, en las rutas donde se cuente con ciclovía, los ciclistas se encuentran obligados a circular en ella”.

“Yo desobedezco esa Ley, porque me pone en riesgo más que protegerme -dice Ernesto Corona- La ciclopista en general si sirve, pero éstas que hicieron en el DF no sirven. La que pasa en medio de Izazaga es una trampa mortal. Si te vas de un lado te caes a los coches, si te caes del otro, también.

“La que está en Picacho-Ajusco es excelente, a mi me gusta mucho, pero de ahí para abajo, así como pasas zonas con mucho dinero, al otro lado es muy desfavorable, ves la ciclopista en ruinas, en otras ya ni siquiera se ve la pintura, de hecho si no vas con alguien que conozca cuál es el camino y la pierdes, pues quien sabe a dónde vas.

“Las partes de Polanco, de Roma, por Reforma, que están en buenas condiciones, no se utilizan y no se respetan. Creo que la única parte de ciclopista que se respeta es la que entra al Zócalo y eso es porque ahí está la policía y es un punto de turismo, es el reflejo hacia fuera.

“Si van a gastar dinero pues mejor que no las hagan, con que se fomente que las calles sean compartidas y eso se respete, es suficiente”.

Lo mismo piensa Lucio: “la ciclopista es muy peligrosa, no hay señalamientos claros, es increíble que el GDF piense que sólo con pintar una línea de casi dos metros de rojo y decir que ahí pueden circular bicicletas ya es una ciclopista, cuando es muy peligroso.

“Los cruces son riesgosos, los puentes para bicicleta son difíciles, porque no están diseñados para que circule una bicicleta, en realidad son pequeños puentes peatonales, los cuales la gente los ve como eso, no como un puente para bicicleta”.

¿Auto contra bici?

Durante mayo y junio de este año, una noticia conmocionó a propios y extraños. El hecho trascendió a los medios de comunicación y dio vida desde entonces, a múltiples artículos periodísticos acerca del tema de las bicicletas como medio de transporte.

Fue el fallecimiento el 22 de mayo de Liliana Castillo Reséndiz de 23 años, estudiante de la UNAM, a causa de un accidente cuando circulaba sobre Avenida Universidad y un conductor a exceso de velocidad la atropelló en la esquina de Mayorazgo de la Higuera.

Todo lo que siguió al suceso, más que el accidente mismo, fue la causa de que el caso tomara relevancia en los medios.

Después del accidente, la ingresaron en el Hospital de Xoco en calidad de desconocida, a pesar de que entre sus cosas llevaba su credencial de elector. Mientras, a Mauro Gerardo Martínez Toussaint, el conductor que intentó darse a la fuga y fue detenido, lo condujeron ante el Ministerio Público de la delegación Benito Juárez.

Para resolver la situación legal del detenido, el Ministerio Público de la Benito Juárez se comunica con su homólogo en Xoco, para preguntar si era verdad que alguien accidentado en bicicleta estaba en el hospital, a lo que éste último responde que si había alguien, una chica que se había caído de la bici, pero que fue dada de alta.

Ante tal respuesta, el Ministerio dejó en libertad al joven de 23 años, la misma edad de Liliana, bajo reserva de comprobar que la muchacha había llegado a su casa. Sin embargo, al marcar por teléfono, nadie contestó. En realidad, nadie habría contestado, porque ese teléfono al igual que la dirección y la chica que supuestamente fue dada de alta, nunca existieron.

En un acto flagrante de corrupción, el Ministerio Público y el detenido se pusieron de acuerdo para inventar la historia de una chica que sólo se cayó de la bici y que fue dada de alta, de manera que a Liliana no pudieran localizarla sus familiares, no hubiera demanda y el responsable quedara libre, sólo con la obligación de firmar.

Pero las cosas no fueron tan fáciles. Por otros medios, la familia de Liliana pudo localizarla. Posteriormente, investigaron en el libro de registro de Xoco y descubrieron que no hubo ninguna otra persona que ingresó, además de Liliana, por accidente en bicicleta. Gracias a la resonancia que tuvo el caso, Gerardo Martínez fue detenido nuevamente.

La ciclista murió una semana después, el 22 de mayo a las dos de la tarde con 40 minutos, después de que le amputaron la mitad de un pie y sufrió muerte cerebral debido al traumatismo craneoencefálico de alto grado, provocado por el impacto.

La hegemonía de los automóviles y el resto de vehículos motorizados en las vías públicas ocasiona malestar en los ciclistas. La agresividad del medio y la nula intervención de las autoridades han provocado, en algunos casos, que los ciclistas hagan lo que Ismael Velázquez de CICLO-VIdA llama “guerra contra los automóviles”.

“Agresividad trae más agresividad –dice Ismael, desde su postura–, violencia trae violencia, cuando circulo con algunos grupos, me he dado cuenta que ocupan más de un carril a manera de rebeldía, cruzan los semáforos en rojo, obstruyendo el paso de avenidas principales.

“Es la rebeldía de los grupos. Yo les llamo grupos subversivos que han tomado una postura muy copiada de los años ochenta y en otros países como Estados Unidos, Alemania, Holanda. No es tanto que el ciclista sea así, sino que es una violencia colectiva, empieza uno, le sigue el otro, y como vienen en grupo, se sienten valientes.

“Es algo que se llamó Critical mass y es realmente una guerra contra el uso del automóvil, se trata de quitar al auto de las calles. Pero lleva 20 años este movimiento y los coches seguirán, ¿cuál es el afán de echarles la guerra? Es mejor convivir.

“Hay que ser más inteligente. Estas formas de subversión respecto al automóvil sólo hacen más vulnerable al ciclista. Puede que un grupo haya agredido a un automovilista, le golpean el auto, y el día de mañana ese automovilista al ver a cualquier ciclista lo va a agredir, no lo va a respetar porque los ciclistas no lo respetaron a él”.

Según datos de grupos ciclistas, el automóvil privado aporta 18.9 por ciento de los viajes en la zona metropolitana del DF, pero constituye el 97 por ciento del parque vehicular, más de 4 millones de automóviles. Efectivamente, es una guerra que necesitará mucho tiempo.

Selva de asfalto, ciudad sin ley…

Son muchas caras de la solución al mismo problema. Cada grupo de ciclistas tiene opiniones diferentes y formas de acción distintas. Algunos no se notan, como los que contribuyen con manejar la bici, poniendo el ejemplo, con todas las medidas de seguridad personales: casco, luces, guantes, lentes, colores reflejantes, espejo retrovisor y hasta silbato.

Otros, los hemos visto en ocasiones circulando desnudos por las calles, instalando bicicletas fantasmas, organizando rodadas de decenas de ciclistas en las noches. Otros más haciendo Critical mass, guerra contra los automóviles.

Según Juan Jorge Dzib Sotelo, abogado de 50 años, del Movimiento Nacional Pro-ciclopistas Interestatales, “hay dos corrientes, la que afirma: si se respetan los límites de velocidad y hay señalamientos, podemos ir por las calles tranquilamente.

“Pero otra corriente dice: queremos infraestructura exclusiva para los ciclistas y eso consistiría en robarle o tomarle un carril a las avenidas, para que ese carril se destine para el uso de los ciclistas. Yo creo que si se observan ciertas reglas, si se hace un pacto social entre los conductores y los ciclistas, podemos funcionar todos”.

En 2007, Bicitekas A.C. entregó al GDF un documento titulado “Promoción del uso de la bicicleta en la Ciudad de México”. En él hizo 103 recomendaciones, en los rubros de infraestructura, marco legal, instituciones, gestión de apoyo y programas, entre otros, para resolver los principales problemas de la circulación de bicicletas en la Ciudad y mejorar la calidad de vida.

De las 103 recomendaciones, posteriormente en 2009, según la evaluación del cumplimiento realizada también por Bicitekas, el GDF sólo obtuvo 10 semáforos verdes, indicando que cumplió satisfactoriamente, 26 amarillas de que faltó más y 67 rojas porque se ignoraron completamente las propuestas.

Algunas luces verdes fueron: acceso de bicicleta a metro y metrobús, instalación de estacionamientos básicos para bicicletas en el Centro Histórico, creación de la Coordinación de Estrategia de Movilidad en Bicicleta, cierres dominicales con programas Muévete en Bici y Ciclotón y 130 millones del presupuesto en 2008 y 2009 para la movilidad en bicicleta, principalmente.

10 aciertos de 103 problemas suenan poco alentadores. Algunos problemas son tan simples y cotidianos como el hecho de que para conseguir una licencia de conducir en el DF, tan sólo haya que sacarse una foto, pagar el importe y saber firmar, aunque no se sepa conducir.

“Promover ciclismo no es sólo decir: ciclistas salgan a las calles; promover ciclismo, es cuidarlos y proporcionarles los medios, si no hay medios, ¿dónde puede ir un ciclista?”, se pregunta Francisco Cuneo de 52 años, capitán de la marina mercante, representante de Veteranos en Bici.

“Un agente de tránsito que se ubique en los cruceros estratégicos, sería suficiente. Sólo una advertencia y de vez en cuando desplazarse en las esquinas, marcaría la diferencia.” En el Reglamento de Tránsito Metropolitano, está contemplado que un ciclista tiene derecho a ocupar él solo, un carril completo, sin embargo pocas veces se les respeta.

No obstante, las sanciones para ciclistas que no llevan casco, bandas reflejantes, o que no respetan las reglas de tránsito, son mínimas. El Reglamento contempla: “serán amonestados verbalmente por los agentes y orientados a conducirse de conformidad con los establecido por las disposiciones aplicables”.

Pero si ni siquiera hay agentes de tránsito suficientes en las calles, si un ciclista puede pasar más de media hora tirado en plena vía rápida sin que un solo agente se presente, ¿cómo puede cumplirse el Reglamento de manera que se conserve la seguridad y la vida del ciclista?

Las soluciones

El caso de Liliana fue también el primer caso de Bicicleta Fantasma en México. Nacieron en Estados Unidos. Su nombre original es Ghost Bikes. El impacto que tuvo el accidente de la joven ilustradora, premiada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), en la comunidad ciclista, motivó su inicio en el país.

Se trata de la colocación de una bicicleta pintada de blanco, cerca de la vialidad donde haya perdido la vida un ciclista. Desde el 12 de junio, en que se puso la bicicleta de Liliana, hasta principios de noviembre, fueron colocadas seis bicicletas fantasmas en distintos puntos de la ciudad.

Se invita a ciclistas, familiares, amigos y vecinos, con la esperanza de hacer visible que “en las calles están atropellando a gente valiosísima para el país y aún así si alguien no ha estudiado, como sea es gente valiosa y la están atropellando por impertinencia, por ir a exceso de velocidad, por irse distrayendo,” alega Ernesto Corona.

La de un policía de bicicleta, Ignacio Santiago Martínez, atropellado por un conductor en estado de ebriedad, está en el cruce de Benjamín Franklin y Patriotismo. En la lateral de Periférico, sobre Reforma y Alencastre, está la de Estela de la Luz Valles Vindiola de 18 años, atropellada el 21 de junio, al bajar de un puente de la ciclopista que desemboca en una vía rápida.

También está la de Óscar Estévez, fotorreportero atropellado en 2008. El triciclo fantasma de Rubén, el niño panadero –el primero en el mundo- está en el cruce de Reforma, Julio Verne y Campos Elíseos, fue el último en ponerse, el 28 de octubre.

La iniciativa de las bicicletas fantasmas la tuvieron primero los Bicitekas y después, se les sumaron la mayoría de grupos ciclistas de la ciudad. Pero desde antes, realizaban otras acciones, como la “Rodada al desnudo”, que se hace desde 2009 y consiste en salir a manifestarse como ciclistas a la calle, pero desnudos.

“¿Por qué desnudos? Porque el pretexto de los automotores cuando te atropellan o cuando estás a punto de sufrir un accidente, ‘¡ay perdón, es que no te vi!’. Aquí la cuestión es ¿no me ves? Entonces encuerado si me ves”, responde Ernesto Corona.

“Porque nos desnudamos todo mundo voltea y todos los coches nos ven ahora sí y entra el morbo y la curiosidad y todo. Muchos en su cuerpo se escriben eso: ‘¿ahora si me ves?’, es parte del porqué desnudarse y decir: nosotros como ciclistas estamos desnudos ante el tráfico, nuestro cuerpo es nuestra carrocería”.

En una carta sin fecha, Ismael Velázquez trata de comunicarse con el automovilista:

“Amigo Conductor:
“Todos los días me puedes ver en las calles, en las carreteras, desplazándome en un vehículo que no pesa ni la octava parte del peso de tu carro. Me desplazo así porque tal vez no tenga otro medio de transporte, porque salgo a hacer deporte, a mover el cuerpo… porque no quiero contaminar…

“En fin, no importa cuál sea el motivo de estar ahí rodando más lento que tu, lo que importa es que estoy ahí, circulando en las calles, luchando por un espacio. Tomando en cuenta que las ciudades están diseñadas para los carros, considero que me podrías regalar ese pedacito de calle cuando me veas, simplemente cambiando de carril, dándome seguridad, cuidándome.

“Yo te llego a quitar un minuto de tu vida, pero tú me puedes quitar la vida en un segundo”.